domingo, 11 de octubre de 2009

Anoche




Paseando de la mano con la oscuridad,
estrechando sus silencios, olfateando sus deseos,
tomando valor de sus murmullos susurrados al oído
para reconocer su humor y, finalmente,
camuflajeándome entre sus paredes que aíslan
herméticamente secretos que siempre son los mismos,
mas volvemos a escucharlos voluntariamente como vicio
que deja salir remordimientos.

El tímido viento apenas se percibe entre murciélagos
que al pasar dejan estelas que huelen a separación,
se alejan de sí mismos para regalar incoherente compañía,
la que avisa de estar, paradójicamente, solos.

Festín de manos dejan con formas que se adivinan ansiosas,
miradas abrumadas que eligen rituales vacíos de entendimiento,
esculpidos brutamente entre pensamientos de saciedad.

Ráfagas de luz que balbucean tenuemente y me dan a entender
apenas lo necesario para robar imágenes que puede ver mi intuición, acorralada por sentencias lúcidas, escalofriantes.





las imágenes son tomadas de www.myspace.com/artepostal.com

sábado, 25 de julio de 2009

Protocolo







Cargamos con caras  dentro del equipaje
con las que audicionamos en el grupo de Todos,
el que no le pertenece a nadie:
el de los desposeídos:
los que regalamos gestos, palabras como dulces,
compañías lacias;
hostil ritual, inhalándolo impacientemente,
sangrándonos los ojos.

Sabemos que nos volveremos a ver,
a compartir, paradójicamente, sin dar,
sin extender la mano.

Sobreviviendo del aliento mutante que
apaga las noches, que nos alimenta y
a la vez nos deja con sed para  regresar
a beber sórdidas respuestas.

Ahí esta, el vaivén cotidiano del coctel de lo imprescindible:
otra noche, este lugar, aquella bebida, tres personas nuevas;
monólogo multitudinal. Nunca fue tan fácil predecir el mundo.

Andamos sin guardarnos los gustos,
complaciendo con el protocolo nocturno,
sin saber que nos compartimos entera pero desvanecidamente:
sin vernos, sin hablarnos, sin oírnos, sin poseernos,
a partes, obtusas siempre.

Mortajadas, siempre a mortajadas.


Invitación



Ciño a mi cuerpo navajas
que liquidan mi piel con
el menor movimiento.

No tardes, puedo vaciarme y
el nacimiento de costras dificultará
tu hospedaje.

Dos voces tomando el mismo
cuerpo de estancia: arrullándonos,
confiando en la espesa sangre acorralada
entre sus pensamientos y amoldándonos a él,
donde en tan poco espacio no hay lugar para
resentimientos, para dudas, para malos momentos.

Da dos pasos, quizá  reconozca
las huellas sin conocerlas,
apóyate en la pared que prefieras y hazle el amor:
tu olor impregnado en ellas conmoverá mis recuerdos.
En el vacío de los lugares grita dejando instrucciones de tu paradero,
la resaca de tu eco me aconsejará donde buscarte.

 

 

 

 

lunes, 8 de junio de 2009

Prohibido



 
Hay algo que nos pone a vivir como en espejo.
Sabemos amar, de menos lo intentamos,
sabemos dar tiempo otorgándonoslo;
entender las distancias como las vías más cortas
para estrechar nuestras manos.

Colgar el teléfono a la hora justa y
escucharnos nuevamente a quién sabe qué hora
de quién sabe qué día.

Amar sin decirlo empieza a ser constante:
la parquedad como la marca más útil
bajo las sábanas con las que me tapas del frío y
el gesto más simple, mas entrañable, cada tarde de encuentro.

Y no me quejo.
Quién dijo que al ser nombrado mil veces
asegura su existencia.

Que no se invoque en vano para no reducirlo
a cada “hoy olvidaste decirme te quiero”.
Que se mencione sin ser sentido lo somete,
y esto de terrenal,
sólo nosotros.

Asombra saber que nos queremos tan diferente
porque el amor pocas veces acepta la cautela
que susurra la mesura.
Toma lo inmediato como signo de fortaleza,
ésta que hasta ahora me confunde.
Y qué bueno que sea así.