domingo, 31 de octubre de 2010

Otro más


Otro día mirando fijamente el techo,
sin saber qué hacer contigo;
la mordaza del silencio abultándose en la espalda,
ganando terreno en el cuerpo.

La lluvia te insinúa a ciegas,
acaricia las ventanas porque sabe de ti,
del otro lado te reconoce;
en algún charco ha sabido de tus pisadas lánguidas.

Gotas obcecas que me orillan, conminando tu presencia,
gritan cuando me golpean en la cara y
se entienden con mis lágrimas:
cómplices durante su instintivo camuflajeo líquido
donde tejen ríos que caen al suelo hasta
conseguir su homogéneo idilio, apenas discernible.

De menos ya van juntas, yo…

No sé qué hacer contigo, en qué ocuparte,
si postergarte o preterir tu existencia.
Cualquiera sin devanear abogaría por los tantos
tequieros que acostumbras decir, yo no,
te prefiero abismalmente lejos y entonces así,
me enseñes qué se siente extrañar esos dos segundos,
donde también, acostumbradamente, te sentía más próximo.

Si extraviarte entre hojas escritas
o mojarla para que se distorsionen
las almas fotografiadas con este bolígrafo,
que lo único que sabe hacer es extrañar,  
y después regresar a la línea de donde partió
para llegar sin recuerdos.



Fotos de NAN GOLDIN

...


Reduciré lo poco o mucho que vivimos juntos a decir que: encontré en ti lo que busco en otros. Gracias, siempre me dará gusto volver a encontrarte.

Fotos por Nan Goldin

lunes, 2 de agosto de 2010

3:00 am

Va y viene,
la oportunidad recelosa, a expensas,
sin ausentarse de mis ojos que procuran
parpadear justo en el tiempo de ambos,
de los serás.

Va y viene devaneando, clavando
acertijos en el jardín de las dudas:
raíces que sólo descubres cuando platicas
a los charcos que acarician tu reflejo para
salpicarte la verdad, mojarla de algunas certezas.

Sé a donde llegar pero ubícame de dónde partir.
Mis pasos dentro de un mapa.
Empiezo a querer desistir.

sábado, 27 de marzo de 2010

Otro intento





I

Las desempolvé y saqué de esa caja con telarañas,
se colgaron de mis hombros,
eran todos mis intentos hacinados en ilusiones.
Me mostraron razones válidas sólo para ese momento.

II

Una noche austera se perdió entre mi espalda:
me frotó con sus tibios brazos hasta dormirme entre el
murmullo de escenas oníricas que, rondando por mi cuello,
deletreaban pausadamente lo que había querido sentir.

III

Cada vez hablan más tímidamente esos sensibles
tratos después de que emerjo y aíslo aire sensato;
me aconsejan dejar esas aguas que envician de
vívidas demostraciones.

IV

Ahora voy por calles solas que se han ataviado
de errores, que vomitan hambre y te consuelan
de malas decisiones.

Disuelvo la aparente prefecta imagen junto a mi
entusiasmo ahogado, aprieto mi garganta evitando
que salga ese recuerdo deteriorado de lo que pareció futuro:
caminar juntos hasta cansarnos.

Mi invierno



Lo deshilo ansiosamente como si cada hebra
anunciara el rastro de tu sigilosa esencia:
amorfa, pálida, inasequible.

Siempre impregnado a mi sudor:
gotas que se escurren sin permiso
y se agotan al deslizarse entre campos de palabras inocuas,
haciendo charcos de lúbricas enseñanzas con la ayuda
de mis dedos cálidos que siembran flores en tus ojos,
capaces de hacer nacer toda la inspiración necesaria
para escribirte entre sábanas yertas,
y soles tatuados.

Se desvanece, pedazo por pedazo y
me deja expuesto al frío que ya sólo
provoca excursiones de hormigas
por todo mi cuerpo.