sábado, 27 de marzo de 2010

Otro intento





I

Las desempolvé y saqué de esa caja con telarañas,
se colgaron de mis hombros,
eran todos mis intentos hacinados en ilusiones.
Me mostraron razones válidas sólo para ese momento.

II

Una noche austera se perdió entre mi espalda:
me frotó con sus tibios brazos hasta dormirme entre el
murmullo de escenas oníricas que, rondando por mi cuello,
deletreaban pausadamente lo que había querido sentir.

III

Cada vez hablan más tímidamente esos sensibles
tratos después de que emerjo y aíslo aire sensato;
me aconsejan dejar esas aguas que envician de
vívidas demostraciones.

IV

Ahora voy por calles solas que se han ataviado
de errores, que vomitan hambre y te consuelan
de malas decisiones.

Disuelvo la aparente prefecta imagen junto a mi
entusiasmo ahogado, aprieto mi garganta evitando
que salga ese recuerdo deteriorado de lo que pareció futuro:
caminar juntos hasta cansarnos.

Mi invierno



Lo deshilo ansiosamente como si cada hebra
anunciara el rastro de tu sigilosa esencia:
amorfa, pálida, inasequible.

Siempre impregnado a mi sudor:
gotas que se escurren sin permiso
y se agotan al deslizarse entre campos de palabras inocuas,
haciendo charcos de lúbricas enseñanzas con la ayuda
de mis dedos cálidos que siembran flores en tus ojos,
capaces de hacer nacer toda la inspiración necesaria
para escribirte entre sábanas yertas,
y soles tatuados.

Se desvanece, pedazo por pedazo y
me deja expuesto al frío que ya sólo
provoca excursiones de hormigas
por todo mi cuerpo.