jueves, 17 de marzo de 2011

Carta



Al pasear el dedo por el calendario pensaba
cuándo fue que firmamos ese contrato, en el que
extrañarse a diario” no solamente era pétrea cláusula,
sino también orden ausente.

Cuándo o cómo fue.
Aquella vez que me despedí sin despertarte
o quizá cuando te preocupaste por saber
cómo me había ido en el día.

Vivir algo que no se anuncia me deja ansioso;
no sé si me hace más sabio por saber que lo reconozco
sin ayuda, o completo descuidado por no haberlo previsto.

No quiero fallarte mi pequeña saltamontes.
Empiezo a padecer las huidizas cláusulas que jamás vi.

(“Después de encariñarse con la persona, denomínale
un sobrenombre dulce, agradable, puede ser en diminutivo,
alusivo a algo especial etc., a fin de que al recordarlo años
después, suene ridículo”).

Abogo por nombrar a esto de alguna manera,
como quieras: una palabra de cinco letras, de dos, con números …
Necesito identificar esto que nos allana  al momento
de destender la cama para dormir a solas y cuando nos despedimos.

No anuncia su llegada cuando ya siento
nuevamente tu cuerpo de algodón que me llama a verlo.

Ofelia, empiezo a fungir responsabilidades que
creo mías cuando no estamos juntos:
me siento en deuda contigo si paso horas sin pensarte .

Espero sepas la respuesta.







Fotografia de Nan Goldin
- Clemens ans Jens making love - Hard in Mouth