sábado, 27 de agosto de 2011

Cálculo

Recuerdas cuando no encontrábamos qué decirnos,
el silencio omnímodo lo reiteraba todo.
Yo si.

Recuerdas cuando evitábamos soñarnos
para no ver hacia fuera,
mejor despertábamos y nos encontrábamos dentro.
Yo si.

Recuerdas cuando el cariño se hizo de pies y tomó camino.

Recuerdas cuando dejé de pensarte, en qué momento del día,
en qué mes fue, con qué personas me encontraba,
qué estaba haciendo.
Yo tampoco.

domingo, 14 de agosto de 2011

Disección

En los ojos del ego camina la tarántula
con colmillos de mamut,
el perfecto adulador del sentir:
máscara del de los cuernos que caminan hasta el cielo.

Rey de los amorfos espirituales,
incorporeidad amoldada del lado flaco del hígado;
estorba duele incomoda
sobrevive.

Intento no evadir el tema, pero el ego se desdobla,
abarca terreno y me mira sobre el hombro después
de mandar a su hermano menor, el orgullo,
a impedir resistencia.  

Ausente está de mí por las mañanas,
despierto primero que él, y en mi alejamiento,
la decepción de saberlo conmigo me hace extrañar
la orfandad matutina del día siguiente.

Nos aparta del enfrentamiento.

Se llama huir, se llama envolvernos con la cobija
hasta volvernos ovillo,
se llama nadar en fuego sin desvenar el brazo,
se llama dejar, dejar la huella como pista y no como testimonio,
dejar de dar el embate frente al espejo,
la presencia delgada y el tequiero dúctil.

Ego, eres la madre sobreprotectora,
vulnerables frente al mundo nos crees
y aunque el calor apriete nos pondrás suéter
por miedo a que enfermemos.

Tu pecho, campo blindado donde nace
la exhalación reprimida del suspiro zanjado,
surco y acequia en manos del que inventa
embustes justificando bienestar: materia fútil.

Se llama miedo,
miedo de reconocerte de
hueso frágil lagrima corta,
pecho angosto y pisada ligera.
Se llama ego.