domingo, 1 de abril de 2012

Carretera


Las carreteras nunca son vastas,
siempre cortos sus kilómetros,
faltos en distancia
para dejar la despedida augusta
en algún paraje recorrido
o en el adiós satisfecho.

Nunca lo suficiente anchas
para el número de automóviles que por ahí pasan,
o poco consideradas
para advertir que el espacio echado atrás,
tendido,
resucita en igual número de recuerdos
achatados por la lejanía
y desvencijados por la memoria.

Prefiero el avión para marcharme
y no sentir esta incomoda sensación
de ir dejando todo a espaldas,
en no sé qué lugar,
haciéndole escenografía a mi vida,
apiñado al dar vuelta
en cualquier curva pronunciada.

Las carreteras nunca son vastas:
siempre faltándoles un pedazo
al final o al inicio,
o en los lados,
o hacia arriba o por debajo.
Quienes las construyen
no toman en cuenta que habemos
quienes nos albergamos en ellas
para olvidar.