sábado, 10 de noviembre de 2012

1989


Tiempo de reverdores
en Marzo me trajiste,
el botón de flor apenas despuntaba,
a bordo de tu bote
madera de puerto.

Nueve meses el mismo pulso convulso,
compartido,
abarcando el espacio del eco
retumbante de las sístoles y diástoles:
concierto simbiótico de tu raíz en la mía.

Soy otro lugar de ti
vuelto al mundo
y a él me aferro
- casa encumbrada-
pasamanos barandal,
pues en tus cuidados soy,
en tus preocupaciones crecí
y en tus anhelos
voy arando el camino.

Ya tu cuerpo ha sesgado
el deambular de los años
mas en él vocifera, humedecida,
la costa y su brisa
en tu sangre caliente -entonces hervidero tu corazón-
de agua marina que mece veleros
en guía hacia el muelle.

Ejido viejo de donde vienes, Madre.
Aguisado el silencio en pisos terragosos,
quietud atómica tan antónima de ti
que fastuosa revelación fuiste
y adiós el silencio claudicaste;
escorpión de cola envainada.

Me digo que he conocido una
parte infinita de Dios...